jueves, 28 de abril de 2011

Directores "de cómic" (una aproximación de tantas posibles)



Permitámonos un momento de reflexión... ¿Acerca de qué?, se preguntarán. Pues bien, el tema que me gustaría plantear en este post versa en torno a la cuestión de los directores elegidos por las grandes productoras a la hora de poner en sus manos las cada vez más habituales adaptaciones de cómics de superhéroes (centrándonos, obviamente, en las grandes, DC y Marvel, sobre todo en esta última). 

Para acotar el tema y no remontarnos a los tiempos del “Batman” del genial y personal Tim Burton ni mucho menos al “Superman” de Richard Donner, nos centraremos en las adaptaciones más recientes de personajes de tebeo.

En este punto, planteo la pregunta clave de toda esta historia: ¿Qué criterio utilizan los productores a la hora de encargar una de estas adaptaciones a uno u otro director? Lo menciono más que nada porque parece haber dos tendencias: una, la más inteligente a primera vista, es dejar los proyectos en manos de realizadores con carácter, con personalidad, innovadores, con Christopher Nolan y su excepcional visión de Batman en “Batman Begins”, “The Dark Knight” y la futura “The Dark Knight Rises” a la cabeza; y otra, la de contratar a individuos absolutamente carentes de personalidad y, en gran parte de los casos, notablemente inútiles, pero que cumplen el encargo y el resto lo dejan en manos de quienes ponen la pasta, como es el caso del inefable Tim Story y sus “Los 4 Fantásticos” y “Los 4 Fantásticos y Silver Surfer”. Así, tenemos múltiples ejemplos de ambos casos: en el primer grupo podríamos enmarcar al gran Sam Raimi y su versión de Spider-Man (con esta saga, este señor, porque no se merece otro calificativo, por fin ha logrado ascender al Olimpo de realizadores de éxito, que se ha venido ganando desde que inició su andadura en el mundo del cine), a Zack Snyder, quien en estos precisos momentos prepara, junto a Christopher Nolan, su particular visión de Superman, a Kenneth Branagh y su inminente “Thor” (que aún no he visto, como es obvio, pero que promete, y mucho), a Matthew Vaughn y sus aventuras mutantes en “X-Men: Primera generación” y al televisivo Joss Whedon, a priori una elección de lo más acertada para obsequiarnos con su adaptación del cómic grupal de Marvel, “Los Vengadores”, cuya filmación está comenzando en estos momentos; y en el otro lado tenemos al torpe Joe Johnston y su “Capitán América” (que es probable sea entretenida, pero de ser así, ello no se deberá al individuo que se encuentra tras las cámaras...). Hasta aquí, los “casos simples”, por así decirlo: realizador bueno o malo, con o sin personalidad.

No obstante lo dicho, como todo en esta vida, no se trata de que las cosas sean blancas o negras, sino que siempre hay que dejar un pequeño hueco, aunque sólo sea, para el gris. Y es que en este punto me vienen a la mente una serie de casos. El primero es el de Ang Lee, un realizador en principio de lo más solvente y, desde luego, con personalidad propia más allá de los grandes estudios, pero al que igual se le fue un poco la mano al hacer “Hulk”, adaptación del cómic protagonizado por el “Goliath esmeralda” que no gustó a absolutamente nadie, de ahí que unos años después el mismo estudio le encargase al francés Louis Leterrier “El increíble Hulk”, más convencional pero también mucho más entretenida. Otro caso controvertido es el de Jon Favreau, que en un inicio sonaba como la peor elección para poner en imágenes la adaptación de “Iron Man”, pero que al final ha resultado hacer un trabajo notable (más en la primera que en la segunda, todo hay que decirlo...). ¿Y qué me dicen de la saga “X-Men”? Dos entregas de la mano de Bryan Singer, gran director donde los haya y responsable del éxito de la franquicia (también responsable de la irregular “Superman Returns”), y una tercera regalada a la ineptitud del borrego Brett Ratner (y lo dejo ahí porque si no me enciendo...); mención aparte de esta última saga merece la de Lobezno, que sigue ya camino propio, con un primer film a cargo del inexperto Gavin Hood, escogido simple y llanamente para hacer su trabajo y desaparecer del mapa, dejando la post-producción en manos de los grandes directivos de la Fox, y una segunda aún sin nadie que se siente en la silla de director, tras el abandono de Darren Aronofsky (para más información, lean mi reseña del día 29 de marzo, si no lo han hecho ya).

Y ya para terminar, un caso sobre el que no me atrevo a decir si la elección ha sido buena o mala, pues carezco de datos por completo... Me estoy refiriendo a Mark Webb y su “The Amazing Spider-Man”. El tiempo dirá.



viernes, 22 de abril de 2011

Código Fuente



Leyendo, previamente a su estreno, sobre “Código Fuente”, en un par de publicaciones se hablaba de que su argumento giraba en torno al tema de los viajes en el tiempo, repetidamente abordado por el mundo del cine, sin casi llegar a ningún tipo de acuerdo o zona común en su tratamiento. No obstante, nada más lejos de la realidad, pues el film que nos ocupa no trata de viajes en el tiempo, sino de algo que se le asemeja, pero con un matiz de diferencia.


La trama puede resumirse de la siguiente forma: un miembro de las fuerzas armadas de los EE.UU. es enviado, participando de un proyecto secreto del mismo nombre que la película, al cuerpo de otra persona ocho minutos antes de que ocurra una gran catástrofe, con el objetivo de tratar de evitarla, así una y otra vez hasta lograrlo, lo que nos deja una sensación más que notable de déjà vu, pues el protagonista vive el mismo período temporal una y otra vez. Ahora bien, el porqué de ese experimento, sus motivos de fondo y cómo se llega a los hechos narrados son cosas que la película en ningún momento se encarga de explicar al espectador, al que, en cierto modo, se le pide que disfrute de lo que está viendo sin preguntarse demasiado por qué le están contando lo que le están contando. Y, todo hay que decirlo, si uno se deja llevar y no se hace preguntas, lo disfruta, y mucho.


Llegados a este punto, planteo una pregunta, que responda quien quiera (aunque yo mismo me contestaré también, no lo pongan en duda): ¿Qué c**o tiene que ver el hecho de que Duncan Jones, director de “Código Fuente”, sea el hijo del mítico cantante David Bowie? Aclaro: ¿En qué le afecta semejante parentesco al film? ¿Acaso el simple hecho de que a alguien le guste la música de Bowie implica que le vaya a gustar la película dirigida por su vástago? Vamos a ver, seamos un poquito coherentes… Me parece muy bien que Jones sea hijo de quien es, y esté orgulloso de ello, incluso (y vicerversa), pero de ahí a relacionar tal hecho anecdótico con el fruto de su trabajo, hay un abismo. Lo más llamativo es que lo que no deja de ser una simple curiosidad, parece que ha ido ganando relevancia hasta el punto de convertirse en un dato fundamental muy tenido en cuenta por según qué personas a la hora de decidirse a ver la película que nos ocupa. Que me lo expliquen…


Para terminar, “Código Fuente” es entretenida, es más, me atrevería a decir que muy entretenida, con un punto de partida de lo más original (y eso, dado los tiempos que corren, es algo muy a tener en cuenta); ahora bien, como decía, no se paren a analizarla demasiado, ni se hagan muchas preguntas. Los actores están correctos en sus papeles, sin merecer sus interpretaciones más calificativos, ni buenos ni malos. Eso sí, el final es más que previsible, sobre todo en su aspecto pseudo-romántico, pero bueno, si bien eso es algo que empaña un poco el buen resultado del film, tampoco lo echa a perder.

martes, 19 de abril de 2011

La Legión del Águila



Francamente, a la hora de sentarme delante del ordenador a escribir la reseña de la película que nos ocupa, me quedé bloqueado, sin saber muy bien por dónde tirar o qué camino seguir a la hora de hacer mi evaluación. La razón de semejante “bloqueo” la expondré al tiempo que voy expresando mis impresiones, las cuales, poco a poco, han ido surgiendo a pesar del óbice inicia.


Poco queda en los tiempos que corren del antaño glorioso peplum, o cine de romanos. Y es que, de un tiempo a esta parte, se ruedan muy pocos films ambientados en la época del todopoderoso Imperio Romano, si bien es cierto que ahora mismo me viene a la mente la magistral “Gladiator”, del gran Ridley Scott, que arrasó en taquilla en su momento y va camino de convertirse en uno de los llamados “clásicos modernos”. Pero poco más. Otros ejemplos recientes podrían ser la simpática y entretenida, pero sin trascendencia alguna, “Centurión”, que bien podría estar ambientada en otra época y no por ello su guión se vería afectado, y, ya en el campo, eso sí, de la pequeña pantalla, la serie “Spartacus: Sangre y Arena”, que está arrasando allí donde se estrena, y con razón, obsequiándonos con un espectáculo de acción, sangre y sexo como nunca antes habíamos visto en televisión.


¿Qué decir entonces de “La Legión del Águila”? Pues que tranquilamente podría haber tenido menos presupuesto (aunque tampoco es que haya contado con una fortuna, todo sea dicho de paso) y estrenarse directamente en DVD o en la televisión por cable americana en formato miniserie y ni habríamos notado la diferencia. Me explico: se trata de un film más que intrascendente, que se ve sin pena ni gloria, y que en cuanto sales de la sala de cine, ya te estás olvidando de él, pues no aporta nada de provecho, más que algún que otro momento concreto y específico dentro de su metraje, como pueden ser la secuencia inicial y que acaba con el protagonista herido y encamado, o el momento de la reaparición de determinados personajes que no especificaré aquí por no desvelar demasiado sobre la trama. El resto, pues bastante aburrido y monótono, en especial esa parte en la que los personajes encarnados por Channing Tatum y Jaime Bell recorren Britania en el desempeño de su misión, y que bien parecen Frodo y Sam en sus aventuras en plena Tierra Media (por las grandes dosis de sopor, me refiero), si no fuera porque les falta un bicho flacucho y apestoso a su lado.


Pero no todo iba a ser malo, pues si algo sobresale con creces en medio de todo el aburrimiento que mencionaba es el inconmensurable Donald Sutherland, que con su sola presencia inunda la pantalla, demostrando una vez más lo gran actor que es (y, de paso, lo malo que es Tatum, sin paños calientes).


En resumen, “La Legión del Águila” es un film más que prescindible, que si se ve, pues bien, pero que si no, pues nada, siempre habrá otras cosas más interesantes para hacer, como quitarle las garrapatas al perro del vecino, por decir algo al azar… He aquí la razón de, como mencionaba al inicio, mi "bloqueo", pues estamos ante una película que aporta muy poco, por no decir nada, hasta a la hora de escribir una crítica sobre ella.

martes, 12 de abril de 2011

Secuelas, precuelas, remakes y revisiones varias

        


Recientemente se han estrenado “Torrente 4”, tercera secuela de la ya demasiado larga franquicia creada por Santiago Segura (y continuará, no nos quepa duda alguna…) y “Piraña 3D”, remake o revisión del cuasi clásico firmado por Joe Dante en 1978; en breve se estrenarán “Scream 4”, también tercera secuela de la ya extinta franquicia creada hace ya unos cuantos años por el maestro del terror Wes Craven y Kevin Williamson (recalco lo de extinta, aunque estos dos aún no se hayan dado cuenta…) y “Águila Roja, la película”, basada en la exitosa serie de TV de Daniel Écija; y un futuro no demasiado lejano nos depara “Sherlock Holmes 2”, “Resacón 2”, “X-Men: First class”, “Los Tres Mosqueteros 3D”, “La saga Crepúsculo: Amanecer”…


Bueno, creo que se ha entendido perfectamente dónde quiero ir a parar. El caso es que es de sobra conocida la tremenda falta de originalidad que atenaza o amenaza, elijan ustedes, al mundo del cine desde hace ya demasiado tiempo. Ahora bien, la pregunta que me viene a la mente en este punto es la siguiente, así de clara y directa: ¿Por qué? He aquí que se me ocurren dos teorías, ambas hipótesis y ninguna confirmada ni demostrada, no se vayan a pensar: 1) Las Musas han muerto o se han pillado unas vacaciones indefinidas, por lo que ya no surgen ideas nuevas en las mentes de los guionistas, quienes se limitan a copiar lo ya existente, ya sea repitiendo esquemas hasta la saciedad en numerosas secuelas y precuelas (para los más inexpertos, aquellas secuelas que narran hechos anteriores a la película original) o directamente calcando el material de partida en sucesivos remakes o plagios legales, como dice un amigo mío (en algunos casos, la copia es escandalosamente fiel, por decirlo de alguna forma, ejem, suave…), y 2) Los productores tienen miedo, pánico, pavor, terror incluso, de apostar por historias nuevas, originales, innovadoras, que nos cuenten algo nunca visto y que ello suponga un fracaso comercial, por lo que van “a lo seguro”, sólo depositando su confianza y su dinero en aquellos proyectos que tienen una certeza casi absoluta de que van a triunfar en taquilla (porque si la primera película fue un éxito, ¿por qué no lo va a ser la segunda o su remake?).


Entiéndanme, hay casos en que algunas de esas secuelas, precuelas o remakes superan al original, si bien es cierto que ello no es habitual. Pero no es esto lo que pretendo resaltar aquí, sino, como decía, la falta de originalidad presente en el cine contemporáneo. Y si bien es cierto que se trata de un fenómeno más o menos generalizado, la palma se la lleva Hollywood, pues la industria cinematográfica americana no hace más que producir (en algunos casos, más apropiado sería decir “vomitar”, o algo peor que no mencionaré aquí…) una y otra vez lo mismo: las mismas historias que nos cuentan lo que hemos visto una y mil veces, las nuevas vicisitudes que viven los protagonistas del fenómeno taquillero del verano pasado, las mismas circunstancias experimentadas por unos determinados personajes, pero con la cara de otros actores (si pueden ser más jóvenes y guapos que los anteriores, aunque su talento interpretativo sea nulo, mejor que mejor), y así una larga lista.


¡Ah! Y no nos olvidemos aquí de aquellos guiones cuyas mentes creadoras se jactan de que son originales pero que nos relatan argumentos y situaciones vividas por una serie de personajes que de sobra conocemos (tanto los argumentos, como las situaciones, como los personajes). Y si no me creen, vayan a ver “Invasión a la Tierra” y luego lean la crítica publicada el día 4 de abril, a ver si me dan o no la razón.


Pero no podría dar por zanjado el tema sin antes romper una lanza en favor de aquellos artesanos que se han ganado semejante apelativo obsequiándonos con sus obras en mayor o menor medida rompedoras, emocionantes, fascinantes y, sobre todo, originales. Me refiero a Christopher Nolan y su “Origen”, a Zack Snyder y su “Sucker Punch”, a J.J. Abrams y la mayoría de los proyectos en los que se inmiscuye (incluyendo su versión de “Star Trek”, una de las mejores revisiones de la historia del cine, si se me permite la observación) y, por último, pero no por ello menos importante, a todos aquellos guionistas y directores noveles que con sus proyectos innovadores tratan de abrirse camino en ese mundo a menudo tan poco agradecido que es el cine (bravo por ellos).


viernes, 8 de abril de 2011

Sucker Punch



De “Sucker Punch”, la nueva película del genial Zack Znyder, lo que más he oído son estas dos palabras: “paja mental”. Y es que lo que todo el mundo dice es que se trata de un proyecto de lo más personal, la primera vez que el firmante de “300” se responsabiliza de la historia que pone en pantalla, habiendo rodado una cinta única y exclusivamente pensando en sí mismo, por así decirlo, tratando de reflejar sus preferencias, gustos, inquietudes, miedos… en fin, toda una serie de factores que le inquietan o fascinan. Como todo proyecto personal, “Sucker Punch” supone un riesgo  muy grande (si no me creen, pregúntenle a Darren Aronofsky o a David Lynch), pues porque lo que a uno le gusta no necesariamente es lo que le gusta al público, que es quien, al fin y al cabo, dictamina el éxito o el fracaso de un film, decidiendo gastar su dinero acudiendo al cine o empleándolo en el bingo de la esquina.
           
Ante todo,  “Sucker Punch” es una cinta para ver con la mente abierta, muy abierta, pues lo que nos muestra en pantalla no es algo apto para todo el mundo, ya no por desagradable, ni muchísimo menos, sino porque lo que nos cuenta, y sobre todo la forma en que nos lo cuenta, no es una de esas historias al uso que se pueden resumir en una línea y que esconden una trama y unos personajes escasamente desarrollados. ¿Y qué es lo que nos cuenta? La verdad, es sumamente difícil explicarlo aquí de una forma somera, pues si digo que se trata de los intentos de cinco chicas por escapar del hospital psiquiátrico en el que se hallan recluidas, me quedaría ya no corto, sino cortísimo, pues eso es el 10% de la cinta, como mucho.
          
El mayor logro de “Sucker Punch” hace referencia a su aspecto visual, pues se trata de un film que nos impacta con sus imágenes, con sus escenas de acción, con la forma de contarnos la historia de sus cinco protagonistas… En resumen, visualmente su factura es impecable, con unos efectos portentosos y espectaculares. Pero… ¿es ello suficiente para que nos hallemos ante una obra maestra? Me temo que no, pues eso está muy bien, pero siempre que vaya acompañado de una buena historia. ¡Ojo!, no me malinterpreten: no estoy diciendo que su argumento sea malo, sino que, como apuntaba, es notablemente complejo, de ahí que en determinados momentos uno se pregunte qué demonios es lo que está sucediendo en la pantalla, a pesar de que lo que estemos viendo nos fascine. Y aquí es donde Znyder falla, pues nos relata y nos muestra algo que en su cabeza probablemente tenga muy claro, pero que para nosotros, que vemos el film sin ningún tipo de idea preconcebida, la cosa no es tan fácil, de ahí que haya momentos en que no sepamos dónde nos encontramos.
            
Resumiendo, “Sucker Punch” supone una suerte de experimento cinematográfico en el que la historia está muy presente, pero en gran medida se halla oculta por el aspecto visual, sin duda alguna lo más impresionante.

miércoles, 6 de abril de 2011

Españolada vs. Cine Español (así, con mayúsculas)

        
"Yo esa peli no la voy a ver que es una españolada…” Este es el comentario que mucha gente hace ante la simple sugerencia de ir al cine a ver una película made in Spain, y no son pocos los que lo dicen, precisamente. Ahora bien, me gustaría en este punto plantear una pregunta: ¿Toda película española es una españolada? ¿Todo lo que se hace en territorio español se merece semejante calificativo? Rotundamente, no. Pero vayamos por partes.
          
Como es obvio, en España se hace cine bueno, pero también cine malo, y mucho, reconozcámoslo. Pero de ahí a colgarle la etiqueta que mencionaba, hay un abismo. Y aún ese cine malo, pésimo en algunos casos, tampoco entra dentro del concepto “españolada”, que pasaré a exponer a continuación, al menos tal y como yo lo entiendo.
            
“Españolada” son aquellas películas que se hacían en dos épocas distintas de la historia cinematográfica española: por un lado, tenemos toda aquella retahíla de films con los que nos “regalaban” la vista en la época del franquismo (para mí, la “Edad Oscura” del cine en España, todo sea dicho de paso), es decir, aquellas películas protagonizadas por Marisol, Joselito, toda suerte de niños y no tan niños cantantes, Paco Martínez Soria (el hombre era simpático, lo admito, pero vamos…) y supuestos de similares características; por otro lado, tenemos la época de la post-dictadura, en la que imperaba el exceso tras años y años de represión, cuyos ejemplos más claros son las cintas protagonizadas por los inefables Pajares y Esteso. Eso eran claramente “españoladas”, le pese a quien le pese.
            
Pero por suerte, de un tiempo a esta parte (no me atrevería a fijar un punto temporal en que ello sucedió), se ha empezado a hacer otro tipo de cine, que apunta quizás más alto, otra cosa es que guste más o que guste menos… Y es que determinadas figuras fueron alzándose poco a poco para tratar de convertir al cine español en algo alejado de esa imagen ya pisoteada y machacada hasta la saciedad. Ejemplo claro, supongo, es Pedro Almodóvar, admirado dentro y fuera de nuestras fronteras; y no se confundan, quien esto suscribe es un firme detractor de la mayor parte de su filmografía (por no decir toda al completo, por si acaso), pero no por ello hay que dejar de reconocer lo que este hombre ha hecho a lo largo de su carrera, y sigue haciendo, para sacarnos de ese profundo agujero en el que estábamos metidos.
            
Claro está que el cine patrio está, lejos no, sino a abismos de distancia de llegar a ser siquiera una décima parte de lo que es el cine made in Hollywood, ejemplo claro de lo cual es el hecho de que para conseguir aquí un presupuesto que cruzando el charco sería una miseria, se necesita de la colaboración de 3 canales de televisión, del Ministerio de Cultura, de alguna que otra consejería y casi, casi de los ahorros que nuestros abuelos tienen guardados debajo del colchón… ¿y ello por qué? Pues porque, por desgracia, en España todavía existe la mentalidad de que el cine no es un buen negocio, y quizá tengan razón los que así razonan, pues, volviendo al principio, gran parte de los españoles no van al cine a ver determinada película por el simple hecho de ser española, como si eso implicase que necesariamente va a ser mala…
            
Por supuesto, no seré yo quien aquí afirme rotunda y categóricamente que todo el cine español es bueno. Como ya apuntaba, hay cine bueno y malo, como en todos lados (¿o acaso todo el cine americano es bueno?), y como con todo, habrá que saber distinguir. Claro que muchas veces hay excelentes films que pasan completamente desapercibidos por las salas de cine, por lo general debido a una pésima distribución (por aquello de que la propia distribuidora piensa que no es un buen negocio, entonces para qué molestarse…), mientras en otras ocasiones hay películas rematadamente malas que escalan, si no a lo más alto de la taquilla, sí a los primeros puestos. Pero eso no es malo, sino todo lo contrario; francamente, admiro a aquellos directores/guionistas/actores que ponen en pantalla un torrente de tonterías, chistes malos y situaciones absurdas y aún así se hacen de oro, olé por ellos. Y mientras la cosa siga funcionando, lo seguirán haciendo (y hacen bien), estoy Segura, perdón… seguro de ello.

lunes, 4 de abril de 2011

Invasión a la Tierra


            
Me siento tranquilo, la verdad es que sí. ¿Y por qué? Pues porque, en el hipotético caso de que alguna raza alienígena beligerante decidiese invadir nuestro planeta para usurpar nuestra posición en él como especie dominante, no tendríamos de qué preocuparnos, podríamos seguir con nuestras vidas cotidianas como si nada fuera de lo habitual sucediese, y ello porque los americanos velan por nosotros, por todos los ciudadanos del planeta. Son la policía del mundo y los únicos capaces de afrontar cualquier tipo de amenaza que nos aceche, incluso  aquellas venidas de allende los confines del universo… Bueno, eso es lo que ellos se creen, claro, pues una y otra vez nos “obsequian” con películas de invasiones extraterrestres en las que ellos, y sólo ellos, son el único pueblo sobre la faz de la Tierra con los medios y las aptitudes necesarias para hacer frente a una amenaza de semejante magnitud. A este respecto, “Invasión a la Tierra” supone un nuevo ejemplo.
            
La película nos cuenta la historia de un grupo de marines que llevan a cabo una misión de rescate en pleno ataque alienígena. Por ello, el film no sigue quizás el esquema cuyo camino discurren otras películas de temática similar, sino que esta que nos ocupa transcurre “a pie de calle”, por así decirlo, revistiendo a lo largo de su metraje un tono más propio del cine bélico, eso sí, con el trasfondo de cine fantástico y ciencia ficción que toda película con extraterrestres requiere. Y poco más.
            
Pasemos ahora a la valoración: pues bien, el mayor “logro” de esta enésima invasión consiste en aburrir mortalmente a aquellos incautos que, como le pasó a un servidor, acudan al cine más cercano a verla, y ello a pesar de ser un film plagado de acción, tiros y explosiones, lo cual lo hace aún más incomprensible. ¿De quién es la culpa? ¿Del director, Jonathan Liebesman? ¿Del guionista, Christopher Bertolini? La verdad, no tengo ni la menor idea… Vamos, era plenamente consciente de lo trillado del argumento, que nos cuenta algo que hemos visto una y mil veces, a pesar de lo cual confiaba pasar un rato agradable y entretenido, aunque nada más salir de la sala me olvidase de lo que acababa de ver, pero no, pues lo que obtuve a cambio fueron dos horas de aburrimiento y somnolencia, deseando a cada minuto que pasaba que se acabara ya, porque total, vistos los primeros veinte minutos, visto todo…
            
En resumen, “Invasión a la Tierra” es otra cinta en la que se nos cuenta lo maravillosos, fuertes, resolutos y valientes que son los americanos, y sobre todo, los miembros de sus fuerzas armadas (y si son marines, como es el caso, eso ya es el súmmum)… Claro que si la película fuese entretenida, hasta lo disculparíamos (a fin de cuentas, sabíamos a lo que veníamos), pero como no lo es, pues el resultado es de lo más decepcionante.