viernes, 22 de abril de 2011

Código Fuente



Leyendo, previamente a su estreno, sobre “Código Fuente”, en un par de publicaciones se hablaba de que su argumento giraba en torno al tema de los viajes en el tiempo, repetidamente abordado por el mundo del cine, sin casi llegar a ningún tipo de acuerdo o zona común en su tratamiento. No obstante, nada más lejos de la realidad, pues el film que nos ocupa no trata de viajes en el tiempo, sino de algo que se le asemeja, pero con un matiz de diferencia.


La trama puede resumirse de la siguiente forma: un miembro de las fuerzas armadas de los EE.UU. es enviado, participando de un proyecto secreto del mismo nombre que la película, al cuerpo de otra persona ocho minutos antes de que ocurra una gran catástrofe, con el objetivo de tratar de evitarla, así una y otra vez hasta lograrlo, lo que nos deja una sensación más que notable de déjà vu, pues el protagonista vive el mismo período temporal una y otra vez. Ahora bien, el porqué de ese experimento, sus motivos de fondo y cómo se llega a los hechos narrados son cosas que la película en ningún momento se encarga de explicar al espectador, al que, en cierto modo, se le pide que disfrute de lo que está viendo sin preguntarse demasiado por qué le están contando lo que le están contando. Y, todo hay que decirlo, si uno se deja llevar y no se hace preguntas, lo disfruta, y mucho.


Llegados a este punto, planteo una pregunta, que responda quien quiera (aunque yo mismo me contestaré también, no lo pongan en duda): ¿Qué c**o tiene que ver el hecho de que Duncan Jones, director de “Código Fuente”, sea el hijo del mítico cantante David Bowie? Aclaro: ¿En qué le afecta semejante parentesco al film? ¿Acaso el simple hecho de que a alguien le guste la música de Bowie implica que le vaya a gustar la película dirigida por su vástago? Vamos a ver, seamos un poquito coherentes… Me parece muy bien que Jones sea hijo de quien es, y esté orgulloso de ello, incluso (y vicerversa), pero de ahí a relacionar tal hecho anecdótico con el fruto de su trabajo, hay un abismo. Lo más llamativo es que lo que no deja de ser una simple curiosidad, parece que ha ido ganando relevancia hasta el punto de convertirse en un dato fundamental muy tenido en cuenta por según qué personas a la hora de decidirse a ver la película que nos ocupa. Que me lo expliquen…


Para terminar, “Código Fuente” es entretenida, es más, me atrevería a decir que muy entretenida, con un punto de partida de lo más original (y eso, dado los tiempos que corren, es algo muy a tener en cuenta); ahora bien, como decía, no se paren a analizarla demasiado, ni se hagan muchas preguntas. Los actores están correctos en sus papeles, sin merecer sus interpretaciones más calificativos, ni buenos ni malos. Eso sí, el final es más que previsible, sobre todo en su aspecto pseudo-romántico, pero bueno, si bien eso es algo que empaña un poco el buen resultado del film, tampoco lo echa a perder.

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