miércoles, 1 de febrero de 2012

Bunraku



Empecemos con una pequeña puntualización, pero no obstante de capital importancia: "Bunraku", más que un film, supone una suerte de experimento cinematográfico de esos con los que el mundo del cine nos obsequia de vez en cuando (como pueden ser también los casos, salvando las distancias, por supuesto, de "The Blair Witch Project" o "Sky Captain y el Mundo del Mañana"). Eso sí, lo característico, como en todo experimento que se precie, es que la cosa puede salir bien o mal. Y digo esto porque sus responsables tienen que ser conscientes de lo arriesgado de la propuesta que están llevando a cabo, y saben que hay posibilidades, que por bastante superan el 50%, de que no vayan a salir bien parados... Haciendo alusión a los ejemplos expuestos: mientras que la muy cutre (es manifiesto que la rodaron con cuatro duros...) "The Blair Witch Project", que en su momento jugaba con las posibilidades del falso documental, se saldó con un notable éxito de taquilla (llegó a convertirse en la cinta más rentable de la Historia), más gracias a su genial campaña publicitaria que a sus logros cinematográficos, el hito que supuso en el universo cinematográfico (más por su factura técnica que por su guión, todo hay que decirlo) "Sky Captain y el Mundo del Mañana" terminó por convertirse en un más que estrepitoso fracaso.

"Bunraku" nos cuenta la historia de los personajes encarnados por Josh Harnett (acreditado como "The Drifter", cuya traducción al español que más me encaja es "El Vagabundo") y el actor japonés (aunque en ocasiones parece más una actriz...) Gackt (quien sí tiene nombre: Yoshi), los cuales llegan casi a la par a una ciudad gobernada con mano de hierro por Nicola "El Leñador" (Ron Perlman), cada uno con sus concretos propósitos.

Pero dejémonos de historias, pues en "Bunraku" el guión importa lo justo, ya que lo verdaderamente importante es la puesta en escena, de lo más original e innovadora, con un narrador de lo más locuaz y oportuno (algo que en muy pocas ocasiones sucede) y una forma de enlazar escenas, como si de un libro en relieve se tratara, de lo más vistosa a la par que impactante; verdaderamente, considero que es algo digno de ver. Ahora bien, llegados a este punto, pasemos a la más que considerable debilidad de la cinta que nos ocupa: si bien decía que el guión importa lo justo, lo cierto es que, por poco que sea, importa, y aquí es donde "Bunraku" falla, pues no sólo nos cuenta una historia nada original (lo cual, podría llegar a perdonarse, gracias a su estilo visual), sino que, lo que es peor, lo hace con una absoluta carencia de ritmo, de modo que se vuelve un aburrimiento considerable, que en muy pocos momentos desaparece.

En lo referente a su reparto, en él tenemos a lo mejor del film después de su aspecto visual: Woody Harrelson, tanto por su personaje como por la interpretación que hace del mismo. El resto, la gran mayoría correctos, con la clarísima excepción de Gackt, que es tan mal actor que no me entra en la cabeza cómo ha podido llegar a rodar siquiera una película... También tenemos a Ron Perlman, genial intérprete que se apunta hasta a un bombardeo, si hace falta, y cuya filmografía crece a pasos agigantados. ¡Ah! Y un consejo para Josh Harnett: ¡Abre los ojos!

Mención especial, merecedora de un punto y aparte, requiere la labor de Guy Moshe, realizador y guionista de "Bunraku". Y es que la puesta en escena que ha conseguido es de las de aplaudir (lástima que su guión no lo sea tanto). Bravo por él.

En resumen, "Bunraku" triunfa en el aspecto visual y naufraga en el argumental. Entramos ahora en la tesitura de decidir qué importa más: la historia contada o las imágenes que la ilustran... Que cada cual juzgue por sí mismo.

2 comentarios:

  1. Munrraku, Bunracu, Pumraku...al fin veo como se escribe je,je. No tenía pensado darle una oportunidad la verdad, y después de leer tu post no he cambiado la opinión.
    Gracias por pasarte a la "reinauguración".

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  2. La peli es lo que es, y como siempre digo, es importante saber lo que se va a ver... Yo lo sabia, y por tanto, también conocía a qué me arriesgaba. El problema lo tendría algún incauto que esperaba encontrarse con alguna cinta más, digamos, convencional...

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