martes, 26 de julio de 2011

Transformers. El lado oscuro de la Luna



Van tres, ni más ni menos que tres entregas de la saga dirigida por Michael Bay y producida por Steven Spielberg basada en la línea de figuras de acción creada por la compañía juguetera (ahora ya algo más, gracias a la franquicia que nos ocupa) Hasbro. Y a estas alturas, considero que ya no habrá nadie que no sepa de qué pie cojean estos films o qué se va a encontrar en la gran pantalla. Porque, no nos engañemos, lo que nos ofrece "Transformers. El lado oscuro de la Luna" es más de lo mismo, simple y llanamente; eso sí, empaquetado en un envoltorio de efectos especiales de impecable factura, a cargo de la siempre excelente Industrial Light & Magic.

La historia de la película no hace más que seguir lo ya planteado en la primera entrega: la eterna lucha entre Autobots y Decepticons iniciada en su planeta, Cybertron, y que continúa, una vez destruído éste, en la Tierra, con sus respectivos aliados humanos. Y nada más, pues el argumento no supone más que una excusa para poner en pantalla un batallón de impresionantes efectos digitales, acción a raudales y explosiones por doquier.

Ahora bien, pese a lo endeble de su planteamiento argumental, esta tercera entrega supone un entretenimiento de primera categoría (al igual que fue la primera parte, pero no la segunda, que fracasaba estrepitosamente...). Y es en este punto donde Bay se erige en un auténtico artesano, por más que a muchos les pese y se rasguen las vestiduras cada vez que este realizador obtiene las alabanzas de alguien, que sabe al 99% qué es lo que tiene que ofrecer a su público para que acudan en masa a los cines (aunque con la segunda patinara en su tarea, insisto). Y si a este buen hombre le sumamos el talento para los negocios cinematográficos de Steven Spielberg, no en vano apodado el Rey Midas de Hollywood, pues tenemos la combinación perfecta a la hora de obtener un producto de entretenimiento puro y duro.

En lo referente al reparto, tenemos al siempre eficaz pero no espectacular Shia LaBeouf, quien desempeña su papel con la indiferencia que le otorga saber a la perfección dónde se ha metido, y más siendo la segunda secuela ya... Lo mismo vale para Josh Duhamel y Tyrese Gibson, quienes, ya de por sí, no son grandes intérpretes, que digamos. Sí que tenemos en la cinta a tres actores de carácter, como son John Turturro, ya presente en las dos anteriores, e igual de desfasado, y a los "nuevos" John Malkovich, quien no está pasado de rosca, sino pasadísimo, y Frances McDormand, en un trabajo puramente alimenticio y desempeñado única y exclusivamente con el objetivo en mente de coger el cheque y salir corriendo... Mención aparte merece la modelo Rosie Huntington-Whiteley, la nueva "chica-florero" que ha venido para sustituir a la insoportable Megan Fox, después de que ésta hiciera unas declaraciones comprando a Bay con Hitler, tras lo cual Spielberg la mandó a engrosar la listas del paro; pues bien, la mencionada Huntington-Whiteley no hace otra cosa que lo que hacía su predecesora, que no es otra cosa que adornar (con todos mis respetos, ojo), pues sus habilidades interpretativas son nulas, claro que tampoco importa.

Para terminar, lo que ya les he dicho en más de una ocasión: es fundamental saber dónde se meten y lo que van a ver. Partiendo de esa base, todo irá bien y disfrutarán del espectáculo. Y si no, que Dios los pille confesados, que se suele decir...

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